jueves, 26 de mayo de 2016

El Impacto del Asunción Fashion Week




Antes de dedicarme a la producción de moda yo fui diseñadora de zapatos. Tenía una pequeña marca llamada BGN que había lanzado con mi amiga Laura Biagioni en el año 2000, por el cual me tocó estar presente en los primeros fashion weeks y poder presenciar de cerca todos los cambios gigantescos que se dieron después.

El proto evento se llamó “Fashion Market Café”. Creo que fue allá por el 2002. Este fue el primer evento de EMG que convocó a los diseñadores locales para una especie de feria diurna en Coyote, en la que expusimos y vendimos nuestros productos. Gran sorpresa, no sólo vendimos, sino que también nos dimos a conocer. Por entonces los diseñadores no teníamos muchos espacios donde mostrar lo que hacíamos. ¡No teníamos nada! Sólo un montón de sueños.

Para empezar éramos pocos. La mayoría de nosotros totalmente empíricos, autodidactas educados por revistas de moda extranjeras, que por entonces traerlas de Estados Unidos o Europa, costaba más que una cuota de la universidad. Honestamente la oferta académica local en el área que nos apasionaba -que era la moda- era muy limitada, con apenas algunos cursos de ilustración de moda o de corte y confección. Motivos por los cuales muchos nos volcamos a carreras como administración, arquitectura, o en mi caso derecho, que nada tenía que ver con  nuestro sueño de hacer moda, y algunos pudimos formarnos tiempo después con carreras afines y cursos ya mejor encarados. Por entonces los diseñadores nos teníamos que hacer en realidad solos, alimentados de sueños, aprendiendo de centenares de tropezones y formados por todo los papeles que teníamos que desempeñar para producir y vender nuestros productos (éramos diseñadores, administradores, fabricantes, marketineros, productores, vendedores y hasta productores de nuestras campañas gráficas).  

Nos tocaba hacer todo porque no teníamos rubro. Vender diseño nacional era una tarea quijotesca. Lo nacional no era valorado. La mentalidad era que si el producto era paraguayo tenía que costar la mitad pues se asumía que era de inferior calidad. Por lo que fabricábamos productos absolutamente artesanales, a precios irrisorios, pero igual nomás la gente no le daba valor y terminaba comprando marcas extranjeras porque tenían mejor paquete. Ya había varias modistas, marcas nacionales y diseñadores bien posicionados por entonces, de generaciones anteriores a la mía y que se habían hecho de mucho renombre y a pulmón. Me imagino que a ellos también les tocó hacer en su momento el rol de pulpo con 10 brazos para hacer todo a la vez y también habrán tenido varios encontronazos con gente que no valoraba las horas de esmero que habían puesto a cada diseño. La gente por entonces venía con el chip fallado de que lo nacional no tenía luego el mismo valor que lo extranjero. 

Si no podíamos pagar un administrador…. ¿¡De dónde íbamos a sacar el dinero para entrar a un shopping!? Dependíamos de la caridad de tiendas grandes que nos acogían como proveedores y nos daban pequeños espacios dentro de sus locales. Algunos de nosotros llegamos a tener nuestras propias boutiques, pero era dificilísimo atraer a la clientela.

Es que tampoco teníamos muchos medios de difusión. Existía una sola revista de moda bien encarada y sin modelos semi desnudas en poses del Kamasutra, que era la WILD. Una revista por entonces nueva con un formato diferente, orientada a un público joven, y que utilizaba nuestros diseños en sus producciones. Localmente internet no tenía creo que ni 5 años, o sea que nuestros mails tenían muy poco alcance y obviamente no teníamos ni página web, ni fan page en Facebook porque Facebook no existía, y tampoco existían Instagram, ni Twitter, ni Pinterest ni todo estos fabulosos medios de difusión digital con los que contamos hoy en día. Los blogs eran por entonces diarios íntimos muy poco difundidos localmente y por supuesto tampoco había estos seres fantásticos que son los bloggers. Los eventos de moda eran pocos y orientados a señoras tomando el té y no a un público joven que quería vestirse diferente. No había Fashion Week, ni alguno de los otros eventos de moda que surgieron después y que hoy ya son clásicos. 

Imagínense lo que significó el Asunción Fashion Week para todos nosotros. Fue como una piedra fundamental que estaba marcando un nuevo rumbo en lo que sería la moda local. Desde ese primer Fashion Week que se hizo en el 2003 en el último piso del Shopping Villa Morra se gestó una verdadera transformación. No sé si muchos de ustedes se dan cuenta de todo lo que cambió. Muchos de los jóvenes fashionistas prácticamente ya crecieron en un país donde hay varias revistas de moda de buen nivel, donde hay decenas eventos de moda cada temporada, donde pueden estudiar lo que les apasiona y también donde pueden trabajar en una cantidad de rubros que se nutren de lo que es la industria de la moda local.

Hoy mirando atrás, sigo sorprendida de que hayan pasado ya 12 años desde el primer Asunción Fashion Week. Pero maravillada por todo lo que estos 12 años significaron. El Fashion Week creó un espacio de difusión necesario que evidentemente fue muy nutritivo localmente. Nos unió a los diseñadores y nos hizo trabajar en equipo, asociarnos para perseguir metas comunes. También sirvió para afianzar a muchas marcas locales y generar nuevos rubros laborales vinculados a la moda. La prueba es que hoy la moda se respira de manera distinta. Se la celebra con más eventos. Se la vive. Y puedo decir con total seguridad de que finalmente cambió el chip. Hoy el diseño nacional es valorado, admirado, celebrado en todo su valor y su extensión. ¡Chapeau AFW!



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