sábado, 5 de junio de 2010

MADRES DE ACOGIDA: AMOR CON MAYÚSCULAS

Ellos te necesitan
Las madres y familias acogedoras o de acogida, son personas que abren sus hogares a un niño, cuidando de él hasta que pueda volver a su familia biológica o hasta que sea adoptado. Gracias a estas familias infinitamente generosas, se evita que los niños o niñas sean institucionalizados en orfanatos durante el tiempo que dura el proceso de adopción, por lo general un promedio de seis a doce meses. Si bien no pueden adoptar a los niños dejados a su cuidado, les dan todo su amor, entregándose a ellos por entero, sabiendo que tarde o temprano deberán separarse de ellos.

Estas familias han cambiado la suerte de numerosos niños y niñas, dedicándoles tiempo, cuidado y haciéndolos sentirse queridos y protegidos mientras aguardan a sus futuros padres. Estas madres asumen una enorme responsabilidad con un gesto de amor absolutamente desinteresado, la clase de amor que se escribe con mayúsculas. Ellas se convierten temporalmente en las mamás de bebitos abandonados a quienes las circunstancias de la vida les privó de la suerte de conocer la calidez del abrazo de sus propias madres. Ellas los abrazan mil veces hasta depositarlos en los brazos de sus madres del corazón, quienes los seguirán abrazando tan fuerte como ellas.

Cuando conocí el Programa de Familias de Acogida quedé asombrada ante la increíble generosidad de estas mujeres, indudablemente madres de vocación, quienes reciben a estos bebitos tan indefensos involucrando a toda su familia en su cuidado. Su vida cambia con cada niño que llega a sus hogares. Entran a la familia como un miembro más, convirtiéndose en hijos, en hermanos… en personitas inmensamente queridas y felices. Estos niños también devuelven mucho a las familias que los reciben. En sus sonrisas y miradas ellos ven el resultado de todo el amor que le entregaron. Estas madres y sus familias son un ejemplo de vida y de amor al prójimo, un ejemplo que merece ser contado e imitado.

MARÍA TERESA RIVAROLA DE SANTIVIAGO
María Teresa tiene una familia numerosa. Ella y su marido, Ignacio Santiviago, tienen siete hijos: Jazmín, María Belén, María Gabriela, José Ignacio, Teresita, Joaquín y Augusto y cuatro nietitas: Mariana, Paloma, María del Mar y Rosarito. Es catequista, madre y abuela. María Teresa no solo tiene una familia grande, también tiene un corazón gigante, en el cual hizo un lugar para recibir a cuatro hijitos más. Mujeres como ellas nos demuestran que el amor no se divide, se multiplica.
Me costó mucho convencerle a María Teresa en acceder a esta entrevista. Como toda persona de fe y de mucha integridad mantiene un perfil muy bajo con sus actos altruistas. Solo logré convencerla argumentando que su experiencia podría inspirar a otros. Ya con este hecho podrán hacerse una idea sobre la maravillosa persona que están a punto de conocer.
¿Cuando y bajo que circunstancias te convertiste en madre de acogida?
En los años ochenta un pediatra me pidió que cuidara de un bebé que había sido abandonado en el hospital de clínicas mientras le buscaban padres adoptivos. Aún no existía el programa de Acogimiento Familiar. Fui mamá sustituta y mi familia fue familia substituta por 5 meses. Mi hija mayor estaba en el Colegio Las Teresas y sus compañeras vivieron esta experiencia con ella. En el 2000, una de sus compañeras, que trabajaba en el Centro de Adopciones y que sabía que yo ya había acogido a un bebé, me llamó a preguntar si quería ser mamá acogedora. Mis siete hijos ya estaban grandes, pero consulté con ellos si estaban de acuerdo. Todos aceptaron y recibimos a un varón hermoso de 1 mes a quien cuidamos por 7 meses. El tercer niño vino al año siguiente, un varoncito de 7 meses a quien cuidamos por 7 meses nuevamente. Este año recibimos a una nena de 7 días que está ahora con nosotros. Esta niña fue encontrada abandonada en la vía pública, el mismo día que nació y en menos de una semana ya estaba en nuestra casa.
¿Cuando te llamaron en el 2000, qué te llevó a aceptar?
Mi familia, mi casa y la catequesis (yo soy catequista junto con uno de mis hijos) son mis tres pasiones. Siempre fui ama de casa y siempre me ocupé de mi familia y lo hice todo por verdadera vocación. A pesar de tener estudios, pues soy comunicadora social, tomé la decisión de quedarme en casa a criar a mis hijos. Cuando mis hijos crecieron y empezó el éxodo en casa, sentía que me faltaban los niños. Yo me sentía todavía fuerte para atender niños y extrañaba tener un niño en el hogar. Al recibir esa llamada, hablé con mi marido y le conté mi inquietud y decidimos postularnos como familia acogedora.
¿Como es el proceso para convertirse en familia acogedora?
La gente debe acercarse al Centro de Adopciones de la Secretaría Nacional de la Niñez y Adolescencia o a la Fundación Corazones por la Infancia y postularse como voluntario. Ahí se les hace una pequeña evaluación a uno y a toda la familia. Visitan la casa y piden la aprobación de cada uno de los miembros de la familia. Todos deben estar de acuerdo en aceptar este voluntariado. Una vez que reciben la aprobación de la familia, se espera que el centro de adopción apruebe la postulación. El Centro siempre está buscando familias acogedoras ya que hay más niños que familias acogedoras y muchas veces las familias acogedoras por motivos familiares o personales se retiran temporalmente.
¿Solo pueden acoger las familias?
No hace falta estar casados para ser familia acogedora. Hay también muchas mujeres solas que deciden ser madres acogedoras. Nada más se requiere tener el anhelo de cuidar a un niño y darle todo el cariño
¿Cómo vive esta experiencia toda la familia?
Este voluntariado une muchísimo a la familia. Toda la familia se involucra. Nuestros hijos y ahora mis nietas se alegran muchísimo con cada niño que recibimos. Los ven como sus hermanitos y les dan el mismo cariño que yo. Ahora cuando llegan a casa lo primero hacen es preguntar por la beba que está con nosotros. La llevan de paseo, la cuidan, se pelean por darle la leche, por tenerla upa, y hasta hacen una competencia para ver a quien le sonríe primero. Mi empleada Teodolina, que trabaja con nosotros hace más de 30 años y es ya prácticamente de la familia, como ama a los niños tanto como yo también me ayuda muchísimo.
¿Que ayuda reciben las familias de acogida?
El centro de adopción te provee de pañales, leche y asistencia médica para el niño. El resto corre por cuenta de la familia. Pero que lo que es el resto, es solo dar amor y ternura.
¿Genera alguna dificultad convertirse en familia de acogida?
Las dificultades son las propias de toda mamá. Los tenés que cuidar y atender como tus hijos. Nada en la vida es fácil. Todo requiere esfuerzo. Cuando nos llamaron para recibir a la beba que está con nosotros ahora, yo estaba con algunos problemas de salud, pero pensamos que el señor nos estaba pidiendo algo y la recibimos por más de que no era el mejor momento del mundo. Si uno espera estar sin problemas para hacer algo, nunca lo va a hacer.
¿Cuál fue la experiencia más emotiva que les tocó vivir como familia de acogida?
Cada una de las despedidas fueron momentos muy fuertes y emotivos. También cuando te llaman a avisar que ya salió la adopción. Ahí te entra una tristeza, pero es solo una ráfaga ya que uno está preparado, uno es consciente que estos hijos no son de uno.
¿Cómo es el proceso de entrega de los niños acogidos a sus padres adoptivos?
El proceso de separación es gradual, no es abrupto. El centro de adopciones nos llama cuando sale la adopción. Nos hablan sobre la familia adoptiva o la madre adoptiva, porque hay muchas madres solas que postulan. Al día siguiente les llaman a los papás y lo primero que ellos hacen es venir a conocer al bebé. Yo le preparo a los niños, los dejo todos chusquitos y perfumados para que vayan a encontrar a sus padres. Este encuentro es muy emocionante. Les abro la puerta con el bebé en brazos y le digo a la mamá: “hola mamita”. Por supuesto hay muchas lágrimas de emoción. A partir de ese momento, los padres van viniendo todos los días durante 1 mes a jugar y vincularse con el bebé. Yo me alejo, desaparezco para que ellos estén con su bebé y puedan conocerse y crear vínculos. Al mes cuando la tenencia se aprueba ya le llevan al niño. El vínculo no se corta como muchos creen, siempre queda un afecto y una amistad profunda y los seguimos viendo.
En nuestro caso, tenemos dos rituales familiares. Nosotros somos muy católicos y tenemos una capillita en el fondo de la casa. Cuando nacen nuestros hijos, lo primero que hacemos con mi marido Ignacio, es entregarlos a la Virgen y lo mismo hacemos con nuestros hijitos acogidos. Cuando mis hijos se casan o se independizan y salen de la casa, también les despedimos en la capilla en un pequeño acto familiar en el cual le entregamos un cuadro de la Virgen para que armen su nuevo hogar alrededor de él. Lo mismo hacemos con nuestros hijos de acogida. Vamos con sus padres adoptivos le agradecemos a Dios por haberlo tenido con nosotros tanto tiempo y todos lloramos mucho.
¿Cómo manejás la separación de estos niños a quienes dedicás tanto tiempo y cariño?
Ahí está lo grande, en saber que se van a ir. Son vidas que Dios te pone para que los eduques, pero para otros. Yo les hablo a los bebés. Les digo que son el regalito que Dios me dio para cuidar y que son míos solo hasta que sus mamita les vengan a buscar. Por mi edad le digo a los bebes que soy su abuelita, porque también quiero que reservan la palabra mamá para su madre adoptiva.
¿Seguís viendo a los niños que estuvieron bajo tu cuidado?
Queda establecido para siempre un pacto de amor entre ellos, sus papás y nosotros. Les solemos ver en las festividades y algunos fines de semana. Los niños ya no me reconocen más porque yo los tuve de muy bebitos, pero yo gozo en verlos porque crecieron divinos y están rodeados de sus papas que los adoran. El primero, el niño que tuve en los 80s ya es un adulto y es experto en computación. Después de mucho tiempo vino a conocerme. No sabés lo que fue para mí verlo hecho un caballerito.
¿Qué satisfacciones te dio ser madre de acogida?
Nuestra labor da una gran satisfacción interior. Sabemos que a estos niños se los entregamos completitos y sanitos a la mamá. En el caso del niño de 7 meses que recibimos, cuando llegó no nos miraba a los ojos. Mi hija Gabriela, que es maestra parvularia, me explicó que no nos miraba porque no tenía vínculo y me dijo que me pegara a él, y que jugara y lo acariciara hasta que fijara la mirada en mi rostro. Yo me propuse conquistarlo y resolví no separarme de él hasta que me identifique como su cuidadora y en 24 horas el niño me miró y sonrió. ¡Sentí una alegría inmensa! También la nena que está ahora con nosotros cuando llegó estaba desnutrida. Pero en un solo mes pasó de la desnutrición a ser una niña no solo nutrida, sino bien nutrida. Al mes ya sobrepasó el promedio de crecimiento, y eso no es solo por la leche, sino por los cuidados, por abrazarle y hacerla sentirse querida.
¿Qué intentás dejarles a los niños que acogés?
Antes que nada buscamos darles mucho amor. Nosotros que somos adultos, tenemos nuestras historias maravillosas y dolorosas a la vez. En el camino vamos teniendo también nuestras cruces. Pero estos niños ya al nacer tuvieron una historia dolorosa. Yo al pensar en esto los amo el doble y los abrazo más fuerte. También buscamos estimularlos para que sean niños normales y sanos, porque los niños que se crían en orfanatos son retraídos, tímidos y con un rendimiento académico muy bajo. Nosotros sabemos que ellos necesitan de nosotros, pero lo que ellos nos dan a cambio es más grande de lo que nosotros les damos a ellos. Pero uno hace las cosas no por retribución sino porque las tiene que hacer. Nosotros hacemos esto no para figurar, sino porque sentimos una vocación. Yo sé que estos niños nunca van a saber que yo me desvelé por ellos, que los cuidé, que les estimulé. Pero ese no es objetivo. No buscamos reconocimiento. Buscamos dar amor y sabemos que dejamos una marca positiva en ellos.
¿Que consejos podés dar a las mujeres que lean esta nota y que deseen postularse como madres de acogida?
Que se animen porque es una experiencia maravillosa. Es una aventura de amar al niño. Como te dije, el bebé nos da muchísimas cosas. Une a la familia, nos enseña a trabajar en conjunto y a ser responsable por una vida que no es tuya. Estos bebés dependen enteramente de nosotros. Cuando un niño de pecho te abraza se entrega totalmente a uno. No hay nada más hermoso.

TERESITA BENEGAS O’HARA
Teresita es una mujer que no para. Es Licenciada en Educación, experta en Arte culinario, maestra panadera confitera, Directora de “O´Hara” Escuela Integral Gastronómica. Enseña todo lo referente a gastronomía en su escuela de Asunción y en 8 localidades diferentes del interior del país. Además es docente en la Universidad Nacional de Asunción en la Carrera de Hotelería y Turismo. Pero por sobre todas estas cosas, es mamá. Ella y su esposo, el Ing. Antonio Cabrera, tienen 4 hijos de sangre, Arami de 20 años, Joaquín de 19, Juan José de 17 y María Fernanda de 14; y 4 hijos del corazón (hasta ahora).
Seguramente se están preguntando, al igual que yo: ¿Cómo lo hace? Solo puedo decirles que mujeres como Teresita son mujeres que mueven montañas, para quienes nada es imposible. Se darán cuenta de la fuerza que la mueve, de la bondad que irradia y de la fe que la inspira a medida que lean estas líneas.
¿A cuántos niños recibieron?
Hemos recibido hasta ahora 4 niñitos hermosos en nuestra casa, muy pequeñitos, entre los 2 y 6 meses de edad. En este momento estamos esperando al quinto, ya nos han avisado y llegará en cualquier momento, muy chiquito según me ha dicho la fundación. Estamos preparando todo.
¿Cuando y bajo que circunstancias te convertiste en madre de acogida?
Lo vi en un programa de TV, hace 4 años. Estuvo presente una familia acogedora, contando su experiencia. Me cautivó la vivencia y me comprometí ahí mismo, llamé de inmediato a la fundación y concertamos un encuentro. Al llegar a casa lo hable con mi esposo y mis hijos. Ellos dudaron un momento y la primera pregunta fue: ¿en qué tiempo mami? Yo les dije: “siempre hay tiempo cuando querés ayudar. Probemos, y si no podemos, nos salimos de vuelta del programa”. Tenía que tranquilizarlos, yo sabia que Dios no permitiría que sea una mala experiencia.
¿Que te motivó para convertirte en madre de acogida?
Yo creo que la formación que he recibido en mi casa desde pequeña, hizo posible esta maravillosa experiencia. Al presentarse la oportunidad y conocer de esta necesidad me dije, esto también puedo hacerlo.
¿Cómo es ser madre de acogida?
Ser madre de acogida es una sensación hermosa. Es maravilloso darse cuenta de todo lo que hace el amor en un niño. Como mamá de estos niñitos, he visto cambios increíbles en ellos, es maravilloso ver lo que han producido mis abrazos, mis besos, los momentos que comparto al bañarlos, vestirlos, darles de comer. Solo viviéndolo se puede entender. Llegan a casa en diferentes circunstancias, algunos desnutridos, con la piel opaca y rugosa, los ojitos tristes, sin cabellitos y sin esbozar sonrisa alguna. Con el corazón les digo que al mes son otras personitas. Brillan sus ojos, su piel se vuelve suave, incluso surgen cabellitos y dientes. Sus sonrisas nos alegran la casa. Al llegar a casa se lanzan a mis brazos. Es increíble como se dan cuenta quien es la mama de la casa. -Humm, llegaste y ahora se pondrá insoportable- me dicen mis hijos. Buscan mimarse al máximo y a mi me encanta mimarlos, para eso vinieron a mi, ¿verdad?
¿Cómo fue esa primera experiencia?
La primera experiencia fue hermosa. Como todo lo nuevo, costo la adaptación tanto para el bebe como para nosotros. Nos miraba extrañado y no podía conciliar el sueño. Nos pasamos unas cuantas noches paseándolo con mi esposo y al final se dormía sobre mi pecho. El abrazo lo tranquilizaba, realmente tenía a un angelito en mis brazos. El bebé tiene una cuna en nuestra habitación, yo lo atiendo durante la noche, pero debo decir que Dios ha sido tan bondadoso con nosotros, que incluso nos envió niños que dormían de corrido sin molestar. El primero, creo que fue el que más se mimó. Durmió un tiempo en medio nuestro, se despertaba de repente miraba si estábamos, nos daba una caricia en el rostro y se volvía a dormir. Era un milagro ese momento, era como que nos decía: “gracias, los amo.”
¿Como es esta experiencia para toda la familia?
La experiencia para la familia es grandiosa. Nos une, nos alegra, nos sensibiliza. Mis hijos van aprendiendo que siempre se puede hacer algo mas por los demás, desde el lugar donde nos toque estar. Creo que es una misión que tenemos en familia, todos nos sacrificamos, todos damos nuestro tiempo y para mi es un placer ver como mis hijos se dedican al bebé, lo saben bañar, cambiar y preparar la leche. Es muy importante que no altere mucho las costumbres y actividades de cada miembro, así que yo me organizo en base a ello. Los domingos, que normalmente ya no está la persona que me ayuda en casa, me levanto temprano con el bebé, y al despertarse, cualquiera de mis hijos o mi esposo, me reemplaza para que yo descanse. Realmente una sola palabra describe esta vivencia como familia: maravillosa. Confío en que estamos formando 4 futuras familias acogedoras.
¿Qué satisfacciones te dio ser madre de acogida?
Muchísimas, entre las mas importantes, darme cuenta del gran corazón que tienen mis hijos. Son maravillosos. Se dan por entero a los niñitos. Han llegado a hacer un análisis muy importante al poco tiempo de ser parte de este programa. Han notado que en la mayoría de las personas, el egoísmo esta muy presente, ponen siempre su bienestar en primer lugar y muy pocas analizan el bien que recibe el bebé. Muchos de los que nos veían con un bebé preguntaban quién era y nosotros explicábamos todo y la reacción común era: “¡Yo ni loca! ¿Y después cuando se va me quedo sufriendo?”
Por otro lado, mediante este programa, he conocido a mujeres maravillosas, otras mamas de acogida, que con mi mismo espíritu y ganas de ayudar, dan sus horas de descanso para fortalecer a estos niñitos. Lo que mas recibo de los niños es amor, es cierto que yo como mamá les he dado todo lo que pude, pero al hacer mi evaluación concluyo que los bebés me han dado igual o más. Y esto es algo divino, das amor y recibís amor.
¿Cuál fue la experiencia más emotiva que les tocó vivir como familia de acogida?
Hay tantas, muchísimas, todo es un milagro desde que llegan a casa. Una muy especial ha sido la vivida hace unos años. Un día de diciembre, día de entrega de títulos de la Escuela de Gastronomía de la cual soy Directora, había tanto por hacer, que estábamos a toda marcha. Debíamos adornar el salón donde seria la colación, terminar de armar la torta, que había sufrido un accidente, ordenar los últimos sobres con los certificados, chequear la vajilla, enfriar bebidas, y muchas cosas más para recibir a los invitados y auspiciantes. Cerca del medio día suena el teléfono y era la querida Alicia Ayala de la Fundación, quien me dijo: “Profe, hay un bebe que necesita un hogar.” Yo le conteste: “Genial. ¿Para cuando?” y ella me respondió: “¡Ahora mismo!” Les cuento que me eché a llorar y me pregunté ¿cómo hago? Llamé a mi esposo y a mi hija mayor y me dieron fuerza. Ahí mismo, entregue toda mi actividad del día al Señor y le dije que si esto era lo que quería que haga ahora, no había problema, que yo me encargaría de lo que él me enviara y yo le entregaría lo mío. Suspendí la decoración del salón y dije a mi equipo que se concentraran en lo básico ya que debía salir. Fuimos a recoger a nuestro nuevo bebé, una niñita pequeñita y hermosa, a quien acurruque en mis brazos y la llevamos a casa, la bañamos con mi hija de 14 años, la alimentamos y ella la hizo dormir. Luego de unas horas regresé a mi escuela y me encontré con el salón todo decorado y me recibió mi hija mayor contándome que el dueño del salón de eventos me regaló toda esa hermosa decoración. Ahí mismo me puse a llorar de emoción. Es que en menos de dos horas Dios me estaba mostrando que Él se encarga de todo, y siempre te devuelve el ciento por uno. Para toda mi familia se quedó más confirmado aún, que estos bebitos que llegan a nuestra casa son Ángeles de Dios.
¿Te tocó vivir alguna experiencia dolorosa o difícil?
No, la verdad que ninguna muy desagradable o tan difícil de sobrellevar. Siempre la partida de los bebes cuesta bastante, aunque lo vamos hablando de a poco y tenemos mucha contención de parte de la Fundación. Nos quedamos siempre muy tristes, lloramos todos juntos un rato, pero sabemos que nuestra función era esa, contener, fortalecer y preparar a un niñito para que con su llegada haga feliz a algún hogar. Lo cuidamos y sobre todo lo amamos, para entregar un niño feliz a alguien a quien no conocemos. Siempre pienso que esa realmente es nuestra misión como papás: preparar a nuestros hijos para que puedan hacer felices a otros, futuros esposos/as, hijos/as o donde les toque estar, y si lo hacemos bien, veremos familias felices.
¿Como se viven esas separaciones?
Yo siento que en le momento de la separación el Señor nos contiene y nos da fuerza y enseguida mis hijos preguntan: “¿y cuando viene otro?” El momento de la separación no se puede armar ni prever, se vive. Dejamos que vaya sucediendo, y siempre rezamos mucho por nuestros bebitos, por las familias a donde van, por sus futuros padres, abuelitos y hermanos, pedimos y rogamos por su futuro, para que Dios no los desampare nunca. Creo que desde el momento en que estos chiquitos han tenido la oportunidad de vivir con el amor que le brindamos, dentro de una familia acogedora, algo especial ya hay para su futuro. Ojalá seamos más las familias que hagamos esto, NECESITAMOS ser mas.
¿Seguís viendo a los niños que estuvieron bajo tu cuidado?
Seguimos en contacto con algunos de los niños, sus padres, abuelitos, tíos nos tienen un cariño muy especial. Nuestros encuentros son extraordinarios. Con otros nos mantenemos en contacto telefónico, por que se han ido lejos, al interior del país y algunos ya han pasado alguna fiesta de fin de año nuevamente con nosotros.
¿Que ayuda reciben las familias de acogida de la Fundación Corazones por la Infancia?
La Fundación es fundamental en lo que hacemos, nosotros somos apoyados, acompañados y contenidos por esta fundación y los profesionales maravillosos que tiene. Ellos son el nexo con el Centro de Adopciones, jueces y abogados. A ellos se les avisa de algún caso de niños abandonados o rescatados de alguna situación de peligro y a la vez la fundación nos llama a nosotros. Se consulta si la familia en ese momento esta dispuesta a recibir a ese niño y se le da el tiempo de organizarse. Es importante recalcar que existe total libertad para la toma de decisiones. La fundación ayuda si la familia lo desea o precisa con los pañales, la leche y toda la atención médica y medicamentos del bebé. Los bebés entran inmediatamente, al llegar a nuestras casas, a una red de seguro privado. La principal función de las familias acogedoras se entiende entonces que es dar a esos bebitos nuestro tiempo, nuestro abrazo, nuestros besos y nuestro calor de hogar. Esto es lo que les hará crecer sanos y fuertes.
¿Qué requisitos se debe reunir para ser familia acogedora?
No existe ningún nivel económico ideal para ser familia acogedora, absolutamente todos podemos llegar a serlo. Para ser aceptados como familia acogedora, nos realizan una serie de entrevistas y evalúen el perfil, y repito no tiene nada que ver lo económico.
¿Genera alguna dificultad convertirse en familia de acogida?
No genera absolutamente ninguna dificultad ser familia acogedora, en base a mi experiencia yo les puedo decir, que lo único que ha generado en mi vida y la de mi familia son bendiciones.
¿Que consejos podés dar a las mujeres que lean esta nota y que deseen postularse como madres de acogida?
Invito a todas las mujeres a que se animen a ser madres de acogida, es un experiencia maravillosa, que solamente viviéndola la podemos entender. Para mi estos niños han sido un regalo de Dios y cada uno que llega a mi casa viene con una nueva bendición. Aunque creamos que estamos demasiado ocupadas, yo les aseguro que todo va armándose como para poder tenerlos y hacer de un niñito mas, una persona feliz y por que no decirlo, hacemos que un niñito menos llegue a las calles, por donde lo miremos es hermoso lo que hacemos. Piensen, si otras lo pueden hacer, ¿Por qué yo no? ¡Anímense mujeres! Valemos demasiado y nuestra función como mujeres, mamas, hermanas, amigas es lo que nos hará salir adelante. Pongamos el CORAZON que a veces falta en tantos lugares y nos hace ver cosas que duelen tanto.
Si está interesado en colaborar con la Fundación Corazones por la Infancia, o en postularse como familia de acogida, descargue las solicitudes del sitio: www.corazonesporlainfancia.org.py, complételas y envíelas por fax al + 595 21 621-526, 601-262 o envíe un correo al E-mail fundacion@corazonesporlainfancia.org.py.

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