domingo, 13 de marzo de 2016

VERANO NEFASTO, ANCLADA EN ASUNCIÓN



Ayayayaaaayyyyyy llegó el  verano, y con él los mosquitos, la interminable sucesión de eventos veraniegos, y el momento de llevar el implacable bikini.

Si bien anticipamos todo el año esta época, cuando llega no hacemos más que quejarnos. En el invierno soñamos con el sol, con la pileta, con las playas, pero ni bien hacen su entrada los 40º de calor y humedad tropical de  nuestro adorable rinconcito de América, ya empezamos a  llorar lágrimas de sudor. ¡Es que indiscutidamente nuestro calor hace que se sude hasta por los ojos! Es que con tanto calor dan ganas de llorar. Pero hasta cuando lloramos, lo hacemos sin gusto, ya que sabemos que en realidad esas no son lágrimas: es puro sudor ocular.

Pero para completar el cuadro tatakuá veraniego, porque en enero todas nos sentimos como unas chipas (algunas pirú y otras rellenitas de so’ó) que están en un inmenso tatakuá invisible. Nada nos quita el calor y ni el aire de abasto. Si bien tenemos instalados splits hasta en el baño y la cocina para hacer frente al verano, juuusto es la época en la que empiezan los interminables apagones de la ANDE y con cada corte de luz terminás prendiéndoles velas a tus santos para que tus splits sobrevivan a la baja tensión a los cortes inesperados y que vuelva la luz a la noche para que al menos puedas dormir sin el arrullo de los mosquitos zumbándote en el oído mientras te chupan hasta el sudor chorreado y de paso te contagian dengue.

Y lo peor, es que con el calor, siempre habrá alguna amiga desubicada que se le ocurra casarse el 3 de enero al medio día. ¡Y ahora que se pusieron de moda los brunchs hasta de mañana nos toca madrugar para ir todas producidas a los eventos mañaneros y solo para terminar con  la base corrida y el colorete chorreado hasta el mentón estoicamente aguantando el calor del medio día en el bendito evento que decidieron hacer al aire libre y sin aire. Yo ya me acostumbré a adoptar el look abuelita, llevando a cuestas mi abanico para evitar terminar apantallándome con el posa vaso, el brochure, o cualquier cartón, papelito, o papel que encuentre in situ.

Finalmente tenemos tiempo – gracias a las tan anticipadas vacaciones -para enchularnos, para broncearnos, ponernos en  forma y estamos divinas, ¡pero no tenemos ningún lugar a donde ir! Toda la ciudad de Asunción parece una mina abandonada del viejo oeste. La poca gente que no agarró la última promo a Cancún o Punta Cana en 12 cuotas se pegó el raje a San Ber o a Encarnación. Tras el rosario de eventos de Diciembre, que el lanzamiento de Pea y la inauguración de Moa, los interminables eventos familiares, más todas las miles de despedidas del año que del cole de los chicos, que de la comisión vecinal, que del grupo del tennis, que del grupo de timba, que del grupo del chat paralelo del curso, que de las ex compañeras de colegio, las ex compañeras de facu y hasta de las ex compañeras del grupo de oración viejo. Parece que tanta despedida surtió efecto y toda la gente se fue de a de veras. Más bien parece que de repente toda la gente que conociste fue abducida por extraterrestres y vos estás más sola que una neurona en la cabeza de una Barbie.

El problema con el verano, es que antes de enero está diciembre.  Sería mucho más práctico que la temporada de lucir el bikini sea antes de la fiesta y no inmediatamente después y sin posibilidad de reponernos antes de que nos toque ir a la playa a tratar de lucir un trikini sin parecer una mortadela mal cargada y tratar de lucir divinas y bronceadas y no unas tristes morcillas tostadas a la parrilla.  Lo triste es que ni bien llega enero y nos toca ir a la playa, deseamos de corazón convertirnos al islam para cambiar el bikini por un amplio burkini que nos tape todos los michelines amasados a puro turrón, sidra y pan dulce.

Finalmente las calles están desiertas, al fiiin podemos circular sin tráfico, y llegar en 5 minutos a todas partes. ¡Pero sácate! Olvidate de este placer veraniego porque este año se vino el niño, y por más de que las calles estén desiertas finalmente, no va a parar de llover, al punto que en vez de desear la última BMW X5, vas a terminar deseando comprarte una canoa último modelo para hacer frente a tanto raudal. Lo único que va a cambiar es que en vez de despotricar contra Samaniego, empieces a maldecir a Mario.

Pero sin lugar a dudas, lo peoooor del verano es quedarse atrapada en la ciudad y que se vaya la luz, y en medio de la lluvia, el sofocón, el apagón, el dengue que seguro te vas a agarrar, lo único que tengas para entretenerte sean las redes sociales en tu celular y tengas que ver las fotos vacacionales de toooodas tus amistades en vivo y en directo mientras la envidia menos sana imaginable te corroe las entrañas.


¡Que les sea leve a ustedes mis queridas lectoras! 

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