Las mujeres
a los 40 andamos ya sin pelos en la lengua, queremos andar con el pelo suelto, y
queremos que nos perciban sabias y sin ningún pelo de tonta. Pero es mucho más
probable encontrarnos con los pelos de punta y totalmente revueltos.
Pero así
como ya no nos quedan pelos de tonta, la triste realidad es que no nos quedan
muchos pelos en general. A los 40 te salen más pelos en la cara que en la
cabeza! Los bigotes de repente empiezan a volverse más Frida Style y empiezan a
aparecer clavos en la barba y lunares con pelos como las brujas y todo esto
mientras que nuestra antes hermosa y frondosa cabellera empieza a mermar.
Parece que todo el pelo que se te cae de la cabeza va a parar a otra parte
insospechada de tu cuerpo. En síntesis es más probable que te aparezca un pelo
en el dedo gordo del pie antes de que te vuelva a crecer pelo en el cuero
cabelludo.
Empezamos la
guerra de los clavos corporales. En cima cueeesta encontrarlos. Como a los
cuarenta ya se empieza a ver mal de cerca tenemos que colocarnos lentes
bifocales y comprar espejos con aumento X 100 y salir al sol incandescente para
poder encontrarlos y atacarlos con nuestras pinzas de cejas (que a partir de
los 40 se vuelven multiuso y se convierten en pinzas de mentón, de brazo, de
cachetes y hasta de dedos gordos del pie).
El pelo no
solo se cae, sino que se vuelve ralo y una empieza a ver parches de su cuero cabelludo. Primero
se empieza a notar en las fotos con flash (que obviamente terminan cortadas o
disimuladas con alguna app) y luego ya se ve ao vivo en el espejo. Ahí una empieza a pintarse el cuero cabelludo
con sombra para disimular la alopecia y empezamos a tomar cuanta pastilla o loción capilar exista
en el mundo mundial y cibernético para que nuestro cabello vuelva a brotar.
Una vez que
logramos finalmente que pare la caída nos damos cuenta de otra crueldad
capilar. Nuestro problema no es solo la caída, sino también el quiebre. Si mis
queridas, el pelo no solo se te cae de raíz, también se suelta y se vuelve más
fino y quebradizo. La primera señal de esto es nuestra cola de caballo. Si
antes ésta tenía la circunferencia de una mazorca de maíz, hoy tiene la de un
lamentable lápiz de papel. Una ya no solo envidia la piel libre de celulitis y
el cutis libre de arruga de las veinteañeras, sino también sus frondosas
cabelleras. Cada vez que se nos cruza una chica de 20, nuestros ojitos
envidiosos van directo a su cuero cabelludo mientras decimos internamente “Que
muuuuucho pelo tiene la desgraciada”.
Como si la
caída y el quiebre no fueran suficientes, nos viene una tercera plaga funesta:
la opacidad. El pelo de una cuarentona deja de brillar como si todas las luces
se le apagaran. Aunque no lo crean… el pelo también se marchita, envejece y se
vuelve áspero como paja seca. Se vuelve una masa rala y opaca y por más que le
agregues “luces” y “claritos” va a seguir siendo un reflejo marchito de tu
antigua cabellera.
Y lo más
triste, lo más más triste, es que las únicas luces que se te van a ver natural…
son las de tu canas. Ese es el único brillo que va a asomar a tu cabellera
después de los cuarenta.
Las canas
son la cuarta plaga. Una plaga que dice “vieja” a gritos. Y por más de que las
de veinte reivindican el granny hair
poniéndolo de moda, a nosotras, las cuarentonas, no nos queda cool, no nos da onda, nos hace
simplemente más avejentadas. En cima está el lado psicológico de la primera
cana. La primera cana es como un sacudón.
Un sacudón que te dice no solo que tu juventud está llegando a su fin y
que la tercera edad está a la vuelta de la esquina, sino también que tenes que
sumar un nuevo tratamiento a tu cuenta mensual de peluquería (la cual a los
cuarenta es más larga que rezo de pobre): la tintura de canas.
Métale matizante
para las canas, métale tinte para renegarlas a los confines de nuestro cuero
cabelludo y métale alargue, relleno, postizos, cortinas y
las toas cosas con pelo prestado de quinceañeras vírgenes de Tupasy Arroyo para
poder generar la ilusión de tener pelo joven y sano.
A los
cuarenta ya empezamos a decirle adiós al pelo largo y suelto al viento y alooo
al pelo corto y batido hasta el infinito!
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