sábado, 17 de enero de 2009

EL ENCANTO DE LAS JOYAS

Victoire de Castellane - diseñadora de Joyas de Dior

Desde los inicios de la civilización, las joyas han sido una parte integral de la cultura. Los gustos y estilo han cambiado, pero nuestro amor por esos brillantes objetos preciosos no se ha visto reducido. Las joyas y los metales fueron en el transcurso de la historia símbolos místicos, religiosos, de prestigio, de poder y por supuesto de opulencia y belleza.

Ya en el Paleolítico el hombre usaba objetos naturales minerales y animales como ornamento personal, para reforzar su imagen o su personalidad y también como amuletos. Sus alhajas primero fueron objetos fáciles de encontrar como huesos, dientes y caracoles, pero pronto empezó a buscar piedras preciosas, debajo de la superficie de la tierra o en los lechos de los ríos. Incluso llegó explotar minas para extraerlas. Se conocen minas de extracción de gemas con más de 6000 años de antigüedad!

Anillo de Agua Marina de la Casa Dior

Con el descubrimiento del metal en la Edad de Bronce, las armas y herramientas pasaron a ser de metal y las piedras perdieron su función práctica, manteniendo solo su función ornamental y religiosa. En esta época también aparecen las primeras técnicas de orfebrería, como el repujado, el granulado y la filigrana de metales como oro y plata. Los metales y piedras preciosas más apreciadas como joyas fueron siempre las más escasas, su posesión confería valores simbólicos de status social, nobleza o riqueza a su poseedor.

Las culturas babilónica, asiría y sumeria, fueron civilizaciones muy avanzadas que desarrollaron una extraordinaria joyería, como atestigua el tesoro de las joyas de las reinas Asirias de Nimrod, que contaba hasta el saqueo americano con unas 170.000 piezas de oro, plata y piedras preciosas.

Anillo de Tolpacio, esmeraldas y perlas de Dior

Los egipcios eran auténticos apasionados de la ornamentación y del diseño e introdujeron una intensa renovación en la joyería. La costumbre de enterrar a sus faraones con sus joyas ha permitido conocer en profundidad la tecnología de la joyería egipcia así como sus preferencias y el significado espiritual de estas gemas Las gemas se valoraban tanto por su belleza como por la protección mágica que les proporcionaban, es decir, eran a la vez talismanes y joyas. Los egipcios también identificaban ciertos metales y minerales con sus dioses y les atribuían poderes terapéuticos. Entre las piedras más utilizadas se encontraban: la amatista, la cornalina, el jaspe, el ónice, el lapislázuli, la turquesa y el cuarzo. Un motivo frecuente en la joyería egipcia era el escarabajo, que se usaba como amuleto, en pendientes, como sello en los anillos tanto en oro, lapislázuli, basalto, turquesa y alabastro, pues era considerado un animal sagrado que representaba el renacimiento y la regeneración. Las joyas más usadas en eran diademas, collares de cuentas, pectorales, brazaletes articulados, y anillos. Akenatón introdujo la perforación del lóbulo de la oreja, convirtiendo a los aros en elementos muy populares entre hombres y mujeres de todas las clases sociales.

Broche de Boucheron

Los fenicios introdujeron una nueva tecnología de joyería basada en la soldadura del oro, creando cadenas de oro y plata muy flexibles. También crearon nuevos sistemas de cierre para joyas y pulseras usando ganchos, pestañas y remaches.

En Grecia las joyas eran vistas como esculturas en miniaturas más que como elementos de adorno, pues para los griegos la joyería era una forma de arte. Los anillos estaban embellecidos con la figura humana, representaciones de dioses, escenas heroicas y mitológicas. Los griegos introdujeron el camafeo, que constituía en tallados en alto relieve sobre una piedra llamada ágata.

Anillo de la Casa Dior

Para los romanos las joyas, eran un símbolo de status reservado para las más altas jerarquías. Al aumentar el comercio y la riqueza del imperio, las joyas empezaron a ser accesibles también para ciudadanos de menor status. Como usualmente hacían los romanos, se apropiaban de los estilos de las culturas que conquistaban y los hacían aún más ostentosos y grandes. En la antigua Roma aparece el origen del anillo de compromiso que fue un sencillo aro de hierro, que en la antigua tradición romana, se entregaba como símbolo del ciclo de la vida y de la eternidad y constituía una promesa pública de que el contrato matrimonial entre un hombre y una mujer sería respetado en el transcurso del tiempo. El anillo de oro fue introducido más tarde, cuando los cristianos adoptaron la costumbre romana, convirtiendo al anillo en una parte de la ceremonia matrimonial. Los romanos también trabajaron mucho con filigrana y fueron quienes le dieron el nombre que viene de filum que en latín quiere decir hilo.

En la edad media los temas dejaron de ser paganos y empezaron a verse joyas con motivos religiosos como las cruces cristianas. Las joyas eran usadas exclusivamente por los ricos comerciantes, caballeros nobles, religiosos y miembros de la familia, por lo que la joya era un privilegio fundamentalmente de la aristocracia.

Anillo de la Casa Dior

En el renacimiento se produjo un regreso a la opulencia y por supuesto esto se vio en las joyas, que eran usadas tanto por hombres como por mujeres, hasta para adornar sus sombreros, ropas y cabellos. Para valuar las joyas empezaron a tener en cuenta la calidad del trabajo más que el valor de las joyas y metales preciosos empleados. Los reyes europeos acumularon, durante esta época, colecciones de coronas, joyas oficiales y fabulosas piedras preciosas como la colección de alhajas de la torre de Londres, el tesoro de gemas de Viena y el de joyas del Kremlin de Moscú. En el siglo XVII se generó un avance técnico con el corte de las piedras preciosas. Con el barroco, se empezaron a armar complejos collares de oro repletos de piedras y esmaltes.
En el siglo XVIII las técnicas de corte de diamantes y piedras preciosas mejoró aún más y los engarces se hicieron más ligeros para dar relevancia a las magníficas piedras que empezaron a brillar como nunca antes, gracias a los nuevos facetados.

Aros de la Casa Dior

La revolución Industrial del siglo XIX trajo grandes cambios en el mundo entero y por supuesto también en la joyería. En el siglo XIX, resurgió la orfebrería con grandes diseñadores de joyas como Fabergé y Cartier quienes empezaron a vender a la creciente burguesía y también las clases menos pudientes pudieron acceder a joyas de menor calidad gracias a la producción en masa.

Hoy en día, la Joyería se ha aliado a la industria de la moda y las joyas se han convertido en piezas esenciales del vestuario. La variedad y la creatividad ahora ya no tienen límites a la hora de crear las joyas más impresionantes, asistidas por los avances tecnológicos de nuestros tiempos. Por otro lado el simbolismo de las gemas se ha mantenido entre la sociedad, aunque las creencias en la influencia de las piedras preciosas y semipreciosas en la vida de las personas han disminuido.

Actualmente se ha visto un “Antique revival” en el mundo de la joyería. Las joyas antiguas y con historia, diseñadas por los más prestigiosos orfebres del pasado se venden en las tiendas más exclusivas y en prestigiosas casas de subastas a precios fantásticos. También se han vuelto a usar joyas para el cabello como lo hacían en la antigüedad y por supuesto también se ha visto un resurgimiento de la filigrana gracias a su atractivo artesanal y la reminiscencia a las joyas antiguas.
Anillo de la Casa Dior

Todo tipo de joyas: anillos, collares, colgantes, pulseras, brazaletes, pendientes, con todo tipo de piedras preciosas o semipreciosas, diamantes, rubís, zafiros, esmeraldas, granates, amatistas, aguamarinas engarzados en los más bellos metales preciosos: oro, plata, platino, rodio y con los más variados y bellos diseños de gemas, todo se comercializa hoy al alcance del consumidor medio. En definitiva hoy la joyería está socialmente más extendida que nunca.

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