sábado, 17 de enero de 2009

Conociendo a Ricardo Migliorisi

Ricardo Migliorisi frente a una de sus obras

Me reuní con Ricardo Migliorisi en su colorido atelier para entrevistarlo. Fui muy animada ya que reunirse con Ricardo siempre es un placer. Entre charlas, risas (que siempre abundan en su presencia) y muchas tazas de café, hablamos sobre su obra, sobre sus proyectos y sobre la Fundación que lleva su nombre. Intenté preguntarle qué se sentía ser el artista más famoso del país y con modestia me contestó que no se consideraba como tal, hasta me habló de otros artistas que el considera más importantes. Visto que su modestia no le permite asumirlo lo voy a decir yo: Ricardo Migliorisi es uno de los artistas más reconocidos y populares del país. La demanda de su obra no para y todos soñamos con tener un cuadro suyo.

Su obra es alegre, vibrante, enérgica y llena de magia. Frente a sus cuadros uno no puede dejar de preguntarse de donde salen estos personajes tan fantásticos, estos seres entre monstruosos y jocosos que con humor brincan, vuelan y posan. Sus dibujos son totalmente sui generis y al verlos, uno inmediatamente sabe del pincel de quien se escaparon.

El imaginario de Migliorisi parece no agotarse nunca. Siempre está reinventándose y sorprendiéndonos con su peculiar universo onírico. Personalmente me encantaría tomarme un tour por su cabeza. Al estilo de la película “Being John Malkovich”. Pasearía por calles con balcones donde bellas damas se abanican letárgicas, conocería zoológicos poblados de las bestias más fantásticas, me cruzaría con mujeres regordetas enfundadas en diminutos vestidos, exhibiendo orondamente su voluptuosidad, vería a personajes caer por cascadas o correr por la cuerda floja hasta llegar al circo más extravagante del mundo. Lastimosamente, solo Migliorisi sabe el camino a este lugar extraordinario, del cual, con generosidad, extrae fragmentos magníficos con los cuales deslumbrarnos.

¿Qué te llevó a la pintura?
El arte estuvo muy presente en mi hogar. Mi papá, además de ser odontólogo, era violinista en la Sinfónica Nacional bajo la dirección de Remberto Giménez. Mi mamá, como todas las señoritas de la época, estudio piano y pintura y siguió pintando por mucho tiempo. Recuerdo que a veces, después de cenar, mamá se ponía a tocar el piano y papá la acompañaba con el violín. También recuerdo ver a mi mamá pintar y oler el olor al óleo y aguarrás. Mi hermana mayor también dibujaba muy bien. De chicos nuestra diversión era dibujar. Todo el tiempo que tenía libre me lo pasaba pintando y dibujando en cuanto papel encontraba. Me emocionaba ver un papel blanco, lo llenaba todo, por más grande que sea y siempre pintaba de ambos lados del papel. A los 11 años me fui a estudiar pintura con Cira Moscarda. Con ella estudié todas las técnicas e Historia del Arte.

¿Cómo fue tu formación posterior?
Yo desde un principio sabía que quería dedicarme a las artes plásticas. En esa época no había Universidades de Arte y como muchos artistas de mi generación, estudié arquitectura, que entre todas las opciones era que más se acercaba a lo que me gustaba. Yo no encajaba en la facultad porque la educación en ese entonces era demasiado ortodoxa. Faltándome 1 año para recibirme formamos un grupo de teatro, “Tiempoovillo” con algunos alumnos de Arquitectura y salimos premiados y viajamos al Festival de Manizales en Colombia. Con el grupo recorrimos 1 año y medio distintos festivales en Colombia, Venezuela, Centro América y México. Al disolverse el grupo yo me quedé en Honduras, luego viví 9 meses en México y en Colombia me establecí por 3 años dedicándome a las Artes Plásticas y al Teatro. Volví al Paraguay en el 80, terminé la facultad y me dediqué a la pintura y a la parte visual del teatro y ballet.

¿Si te preguntaran de que estilo es tu obra, que responderías?
No creo que entre en algún estilo. Lo que pasa es que a mí me gusta reinventarme. Me aburro enseguida de las cosas y necesito estar siempre explorando otros caminos. Por ejemplo, hace unos años tomé la fotografía como medio de expresión. Por supuesto que los fotógrafos ortodoxos pegaron el grito al cielo ya que yo no era un “fotógrafo profesional” pero yo les contesto que soy un “artista que fotografía”.


¿Qué significa para vos pintar?
Es la felicidad absoluta, sobretodo cuando estoy investigando una nueva imagen. Por ejemplo en mi última exposición que hice este año en fábrica, experimenté con la figura, forma y técnica. Cuando ves los resultados es como si se te abrieran caminos para otro tipo de cosas.

¿Cómo te sentís con los otros medios con los que trabajás?
Me encanta dibujar. De repente hago un alto en la pintura y me pongo a dibujar. Yo me siento absolutamente libre con el dibujo porque veo rápido los resultados. También, como te dije anteriormente, hace unos años empecé a experimentar con la fotografía. Para mí la fotografía es más de reflexión. Creo que en la fotografía aparece mi lado más oculto, mi parte visceral, que es totalmente opuesta a mi obra pictórica.

¿De dónde vienen tus personajes?
Vienen de muchas partes. A veces simplemente se me ocurren o aparecen, algunas veces vienen de sueños y a veces vienen de varias partes a la vez. Por ejemplo “Las Estaciones de Cristo”, obra que está expuesta ahora en la Fundación Migliorisi la hice con unos marcos que tuve guardados más de 10 años porque no sabía que hacer con ellos. Tuve un sueño en el 96 por ahí, que era sobre las estaciones de Cristo, cosa que empezó a guiarme hacia ese camino. Después, en el 2006 me lastimé la mano y cuando la herida estaba fresca me saqué una foto y me di cuenta que parecía un estigma. Luego se me ocurrió incluir mi mano lastimada en la serie de las Estaciones. La sentía igual incompleta a la obra, hasta que elegí una frase al azar que había anotado en mi libro de bocetos: “las 100 puertas se cerraban con extremada violencia exhalando bocanadas de lava hirviente”. Esto fue 1 año antes de la tragedia del Ycuá Bolaños… A veces los artistas nos sorprendemos ante elementos hasta podría decirse “premonitorios” que aparecen en nuestra obra.

Los últimos días de Pompeya (1989)

¿Cuáles son tus principales influencias?
De niño me encantaba el circo y hasta ahora me sigue fascinando. Lo que más me atrae del circo son los personajes tragicómicos, que se encuentran también en otros sitios como cabarets, carnavales y que aparecen constantemente en mi obra. Me intereso por esas situaciones en las que se suceden pequeños dramas cotidianos que rayan con lo absurdo y lo ridículo.

¿Me podrías hablar de alguna obra que sientas especialmente representativas?
En realidad considero que son dos obras: “Brigitta Von Scharkoppen” y “La Carpilla Sixtina”. La primera empezó con una historia que escribí sobre una cantante de ópera que en el medio de la función de “las Valkirias” pierde la memoria y se interna en el Jardín de las delicias, donde lo cotidiano se mezcla con lo surreal y lo absurdo. De repente tiene chispazos y va recuperando temporalmente la memoria y canta arias. Le pasa de todo: es vendida como esclava, asiste a sesiones de espiritismo, trabaja en un circo, en un cabaret, y hasta en un prostíbulo. Monté la obra en 1983, llenando una sala con 20 cm de arena y sobre ella ubiqué piezas de madera pintadas que representaban las distintas situaciones. Arias femeninas de ópera completaban la obra. En la sala de al lado había un mapa más “conceptual” de su recorrido. En el 89 la volvía a presentar en Lima y luego en la Manzana de la Rivera y estoy pensando en volver a montarla en la Fundación Migliorisi en Noviembre. La segunda obra, es una carpa de 18 metros de largo que estuvo expuesta entera en París en el Rond Point de Champs Ellysées. La volví a montar parcialmente en la Bienal de La Habana en Recoleta en Buenos Aires. Una segunda carpilla más pequeña está montada en la colección permanente del Museo del Barro. La carpilla que fue a París nunca pude montarla aquí debido al gran tamaño, pues requiere de un espacio muy grande. Me gustaría poder montarla alguna vez en Paraguay, tal vez en algún edifico público.
Fragmentos de La Carpilla del Museo del Barro








¿Qué significa para vos la Fundación Migliorisi?
Es como un hijo con problemas, ya que cuesta mucho encontrar apoyo. Ahí tengo la colección que reuní en el transcurso de los años de tallas jesuíticas, franciscanas y populares (que está montada en la segunda planta del Museo del Barro) y obras de artistas internacionales como Rauschenberg, Warhol, pinturas coloniales religiosas de distintos países, grabados populares del nordeste brasileño, etc. Esta colección aún no pude exhibirla por falta de fondos, pero espero encontrar apoyo para poder hacerlo en el futuro, ya que sería un legado importante para el país. Una de las salas de la Fundación, alberga exposiciones temporales de arte contemporánea tanto nacional como internacional.

¿Cuáles son las metas de la Fundación Migliorisi?
Considero que es por sobre todo un legado, un salvataje de piezas que se podrían haber ido del país. También tiene como meta crear un espacio para experimentación, donde los artistas jóvenes puedan exhibir su obra. Espero que la Fundación sea reconocida por la gente y que encontremos el apoyo necesario para poder cumplir todas las metas. Espero que las autoridades se den cuenta de lo importante que es este legado.

Para más información sobre el artista y la fundación visiten: http://www.museodelbarro.com/

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